La luz al final del túnel, tras un periodo difícil. La luz al final del mar, al final de una larga travesía. Así es, ya sea una metáfora de la vida o del mundo náutico: al final de una experiencia, de un viaje, tarde o temprano (se espera) siempre aparece esa luz que nos da esperanza y consuelo.
Los marineros de todas las épocas han pensado esto desde hace siglos, cuando vislumbran tierra y ese puntito amarillo en la noche, ese brillo que les da la bienvenida. Hablamos de los faros, los guardianes del mar. Hay miles de ellos esparcidos por las costas y los promontorios de todo el mundo. Muchos de ellos son auténticas obras maestras de la arquitectura. Espectaculares tarjetas de visita, auténticas postales. Aquí están nuestras cinco mejores fotos.
Kiz Kulesi (Turquía)
En 1110, el emperador Alexis I, tal vez inspirado por la leyenda griega de las Columnas de Hércules, decidió erigir en medio del Bósforo esta maravillosa estructura «flotante», llamada Torre de la Niña o Torre de Leandro, que sigue representando la encrucijada entre Europa y Asia.
Al atardecer, Kiz Kulesi se convierte en el mirador más inmortalizado por los turistas: sobre el fondo ardiente se ven las siluetas de la Mezquita Azul y de Santa Sofía, con todos los minaretes dentados en el crepúsculo anaranjado. Si lo vas a fotografiar, toma nota, no hace falta photoshopear los colores.
Cabo Hatteras (Estados Unidos)
Un rascacielos marítimo, digámoslo así. También porque es uno de los faros más altos de los Estados Unidos de América: 60 metros de vistas impresionantes. Se levanta en la costa de Carolina del Norte, fácilmente reconocible por su patrón de color a rayas de cebra, más que un faro parece un tiovivo. Pero aquí no hay nada que bromear: el mistral, cuando sopla fuerte, levanta las olas del mar que en el pasado se han tragado varios barcos, por lo que el mar al pie del faro de Cabo Hatteras recibe el apodo de «cementerio del Atlántico». Y es por ello que recientemente la torre se ha resguardado a 900 metros de la costa, en medio de una gran pradera. Un intento de preservarlo de la erosión marítima: ¿será suficiente?
Cabo Byron (Australia)
Un faro formato de familia o incluso de pareja. La torre que vigila la bahía de Byorn, al norte de Sídney, es una de las más populares entre los padres y niños que visitan el Museo Marítimo, que se encuentra en su interior, o que se acercan a ver con prismáticos las ballenas que salen con frecuencia del océano.
Nos referimos a las parejas, porque el Cabo Byron es uno de los faros más románticos de Australia: las parejas suben aquí para hacerse selfies al borde del promontorio que da al mar. Pero ten cuidado.
Peggy’s Point (Canadá)
Dado que las costas de Canadá están llenas de faros y focos, Peggy’s Point, en Nueva Escocia, es sin duda el más pintoresco y el más famoso. Blanco y rojo, característico por su forma octogonal, hasta hace unos años era una oficina de correos: ¿quién no querría trabajar en la oficina de correos con una vista así? Luego cerraron las cajas y las abrieron al público, creando una atracción turística mundial. En cualquier caso, desde Peggy’s Point puedes enviar postales a tus amigos por WhatsApp (sin matasellos).
Faro de Lindau (Alemania)
Cerramos nuestra minilista con un faro lacustre, el de Lindau, en el lago de Constanza, que baña las fronteras de Alemania, Suiza y Austria. Entre las tres hermanas teutonas destaca esta torre, custodiada por una estatua de un león, emblema de Lindau. Está situado a la entrada del puerto y es especialmente apreciado por su estilo medieval y un antiguo reloj en el centro. Todo ello en un ambiente tranquilo, donde el tiempo parece fluir tan lentamente como las suaves olas del lago.